Solidaridad con la República de Bielorrusia

Blog dedicado a la Solidaridad con la República de Bielorrusia,foco de resistencia al mundialismo en Europa y solidario con el pueblo bielorruso,apoyando su firme determinación de construir un futuro estable y libre de las injerencias occidentales. En el blog aparecerán artículos referentes a este país,y será punto de encuentro para aquellos camaradas que quieran unirse al proyecto de crear un Comité de Solidaridad con la República de Bielorrusia.

dilluns, de juny 09, 2008

Balance del Régimen de Putin

Balance del Régimen de Putin

Quedan pocos días para la sesión de investidura del nuevo presidente de Rusia. Para algunos destacados “especialistas” en Rusia, la época de Putin se acerca a su final. Ha llegado el momento de realizar un balance de su gestión.
La prensa burguesa nos presenta a Putin como a un enemigo de Occidente, que reprimió la democracia rusa. Los periodistas occidentales están de acuerdo en que Putin posibilitó en Rusia un rápido crecimiento económico y elevó, de forma ostensible, el nivel de vida de sus ciudadanos. Un importante periódico señala que jamás los rusos vivieron tan bien.
Una parte de la opinión pública antiimperialista e incluso una parte de los comunistas extranjeros creen en esto por completo y consideran a Putin como una especie de Chávez ruso El expresidente ruso, afirman, se ha batido contra el imperialismo americano y contra el gran capital ruso y ha vencido en su lucha contra la pobreza. En lo que hace referencia a los recortes a la democracia, consideran que sólo así se combate a la quinta columna del imperialismo que jamás, señalan, se ha apiadado de nadie.
Seguidamente, analizaremos estas afirmaciones. Empezaremos con la política exterior. La retórica según la cual Putin es antiimperialista, a partir de los hechos reales, es difícil de sostener. A pesar de que la propaganda occidental atribuye a Putin la aspiración de restaurar la Unión Soviética, cosa negada enérgicamente por él mismo, durante su mandato, las relaciones de Rusia con todas las antiguas repúblicas soviéticas empeoraron. Estás repúblicas miran cada vez más hacia occidente.
Los vínculos con Bielorrusia fueron los que más se vieron afectados. Después de firmar un acuerdo para la creación de un estado unificado compuesto por estas dos repúblicas eslavas, el presidente ruso, temiendo que Aleksandr Lukashenko se convirtiera, por elección popular, en el presidente del nuevo estado, llevo este proceso a un callejón sin salida. Además de esto, Putin emprendió acciones hostiles cuando, en diversas ocasiones, quebrantando acuerdos firmados, elevó el precio del suministro de gas a Bielorrusia. No es asombroso que la visita, en Bielorrusia, del jefe de estado ruso, a finales del pasado año, con la propuesta de iniciar una verdadera reunificación, con la condición de conceder a Putin el lugar de presidente de la unión, obtuviese una enérgica respuesta negativa.
La política exterior rusa respecto a Occidente fue de concesión tras concesión. A este respecto, cabe recordar la supresión de las bases rusas en Cuba (Fidel se enteró por la prensa) y en Vietnam; Putin exhortó a los presidentes de la antiguas repúblicas soviéticas del Asia Central a permitir la instalación de las tropas americanas en su territorio; llegó a un acuerdo para el ingreso de les repúblicas Bálticas a la OTAN… Tal vez, en el debilitamiento de las posiciones rusas en política exterior, Putin jugó un papel más destacado que su antecesor en el cargo, Yeltsin.
¿Cambió algo la política exterior rusa tras el célebre discurso de Putin en Múnich? Si cambio algo, fue principalmente en las palabras. Por ejemplo, el pasado año, apoyó en la Organización de Naciones Unidas las sanciones económicas contra la República Democrática Popular de Corea, ratificó el acuerdo final, firmado hace años, que permite la estancia en territorio ruso de las tropas de la OTAN. Este año, envió una carta al primer ministro japonés, invitándole a iniciar conversaciones sobre la entrega a Japón de una parte de la cadena de las Islas Kuriles. A finales de febrero, realizó una declaración sobre la negativa risa de prolongar el alquiler de una estación de radar en Ucrania (incluso los ucranianos no estaban en contra de que Rusia utilizara esta estación). Estas estaciones tienen el objetivo de prevenir ataques nucleares. Hace poco, el presidente ruso propuso enviar tropas rusas a Afganistán. Si se analiza pormenorizadamente la publicitada “lucha” de Putin contra la instalación en Europa Oriental de un escudo americano antimisiles, esta “lucha” se parece mucho a una capitulación. Lo que propuso al gobierno americano fue que en lugar de ubicar sus bases en el este de Europa, instalara modernas estaciones de radar en la antigua república soviética de Azerbaiyán y en los alrededores de Leningrado. Rusia obtuvo un gran éxito en su estratégica lucha antiimperialista: si el enemigo quiere penetrar en el país vecino, mejor se le invita directamente a penetrar en el propio país. Si los americanos estuvieran de acuerdo con esta propuesta de Putin, podrían estacionar sus tropas militares en Rusia con absoluta conformidad legal.
En general, en público, se realiza un discurso y, en privado, se practica una política que poco tiene que ver con el discurso. Y esto no podría ser de otra manera ya que la élite social rusa dispone, en Occidente, de abultadas cuentas corrientes y es allí donde residen, en no pocos casos, sus familiares.
Cuando estalló el conflicto con motivo de la detención realizada por las autoridades georgianas de oficiales rusos, Moscú respondió con una rápida evacuación de las tropas rusas en Georgia y, después, hizo algo inaudito. De forma habitual, se establecen sanciones económicas para forzar el cumplimiento de algunas exigencias; en este caso, las autoridades rusas, quizá por primera vez en la práctica mundial, actuaron al revés, introdujeron las sanciones después de cumplimentar las exigencias. En todo el mundo, los analistas se devanaron los sesos para entender la incomprensible actitud del Kremlin.
Que nos quedaría, sin embargo, del discurso oficial acerca del reconocimiento de la independencia del Kosovo, si se hiciera caso omiso de sus altisonantes, pero al mismo tiempo, tan tremendamente vacías palabras. En la misma época de Putin, pese a su marcada oposición a la declaración de independencia de Kosovo, Rusia aceptó la retirada de sus tropas de la antigua provincia yugoslava. La independencia del Kosovo, como es bien sabido, no fue reconocida por países que, como España, difícilmente pueden considerarse antiimperialistas. Los suministros de equipos nucleares a Irán, la venta de armamento a Venezuela y Siria responden estrictamente a consideraciones económicas y especialmente a los intereses personales y materiales del equipo de gobierno de Putin, que domina todos estos flujos financieros. Ellos son lo que determinan diferentes tipos de sanciones económicas contra Ucrania, Moldavia y Bielorrusia. Estos intereses personales pasan por delante de los intereses de Rusia.
Merece la pena dedicar unas palabras al supuesto reforzamiento de la potencia militar de Rusia, en el cual creen muchos extranjeros. Utilizaremos unas cifras a las que se puede acceder libremente, mediante publicaciones en absoluto secretas. Tras ocho años de régimen de Putin, el ejército recibió 90 nuevos tanques (una media de 11 anuales), 3 aviones, 1 complejo de defensa antiaérea y 27 misiles estratégicos, en el mismo periodo 440 misiles fueron dados de baja. Curiosamente, en la época de Yeltsin, el ejército recibió un mayor número de armas. Los suministros de armamento no crecieron el año pasado como se ha afirmado; es cierto, que las fábricas armamentísticas están trabajando a pleno rendimiento, pero toda la producción se dirige a la exportación.
Abordaremos, a continuación, el sistema democrático ruso. Hasta la aparición de Putin en el puesto de presidente de la Federación Rusa, era posible sostener que en Rusia existía una democracia burguesa. Canales de televisión y radio independientes del poder emitían, más o menos, libremente. La oposición, incluso la radical, actuaba con amplio margen de libertad. Las autoridades no impedían, como norma, la realización de mítines y manifestaciones. A pesar que los resultados de las elecciones se falsificaban considerablemente, cualquier persona u organización de carácter opositor podía participar en ellas e, incluso, en ocasiones, vencía.
Desde la llegada de Putin, el paisaje democrático cambió, como, desde un principio, presagiaba nuestro Partido. Los canales de televisión independientes ya no existen, excepto lo que emiten por Internet o vía satélite; la mayoría de los partidos se vieron privados de registro oficial; las manifestaciones fueron prácticamente prohibidas; y los mítines están sujetos a un sólido control policial. La policía ha actuado, en diversas ocasiones, de forma brutal, disolviendo mítines contra la arbitrariedad policial que habían sido autorizados por las autoridades. Los activistas de la oposición han sido violentamente aporreados, se falsifican las pruebas para acusarles de tenencia de narcóticos y armas. En los últimos tiempos se ha llegado incluso a asesinatos políticos. Las autoridades señalan como culpables de esta represión salvaje a los que, precisamente, más la padecen, esto es, a los miembros del antioccidental Partido Nacional Bolchevique y a los del AKM-Joven Guardia Roja. Esta represión deja en evidencia a los que presentan a Putin como un castigo contra la Quinta columna de Occidente.
Las elecciones se han convertido en la mayor farsa actual. Solo se permite la participación en ellas de los partidos legalmente registrados y, como hemos dicho anteriormente, la mayoría de los antiguos partidos se han visto imposibilitados para acceder al registro. Para dar una imagen de limpieza democrática, no hace mucho, la administración rusa fiscalizó los ingresos de todos los partidos admitidos a participar en las elecciones por la administración rusa, incluido a los partidos presuntamente opositores. A pesar de ello, las autoridades cometieron una masiva falsificación de los resultados electorales. El fraude de las últimas elecciones presidenciales fue de escandalosas proporciones. Ningún partido opositor, incluido el leal al Kremlin Partido Comunista de la Federación Rusa, acepto el resultado de estas elecciones. Guennadi Ziuganov, líder del Partido Comunista, recibió oficialmente el 18% de los votos, pero, según un escrutinio de su propio partido, el porcentaje real de votos fue de un 30%. Dmitri Medvédev, el candidato “sucesor” designado por Putin obtuvo en realidad un 40-45% de los votos, se le atribuyo, en cambió, un 70%.
En la Rusia actual, se falsifica prácticamente todo, incluido el índice de popularidad de Putin (incrementado unas cuantas veces) y el ritmo de crecimiento económico. Así, las autoridades rusas, en varias ocasiones, pretendiendo dar una imagen de crecimiento económico y aumento del bienestar social, han dado cifras inferiores del aumento real de los precios. Cuando la opinión pública empezó a manifestar su malestar, aparecieron declaraciones de dirigentes del país señalando que, en realidad, los precios habían crecido más deprisa de lo que señalaban las estadísticas oficiales. El Instituto Académico de Economía considera que, en lugar del 12% oficial, el año pasado, los precios crecieron un 20%. El Instituto de Problemas de la Globalización valoró que el aumento de los precios fue del 25%. Aleksandr Lebedev, banquero millonario, opositor oligarca y miembro de Rusia Justa, señala el aumento de los precios fue del 30%. Esta última cifra coincide con los cálculos realizados por el autor de estas líneas.
Según los datos oficiales, el salario medio ruso ha crecido un 26%; según datos de la oposición, los salarios no han aumentado sino que han disminuido. Lo mismo ocurre con la producción industrial. El crecimiento económico en Rusia no existe. Ha aumentado, sin embargo, como una pompa de jabón, la cotización de las acciones de algunas empresas rusas. Pero con el dinero de los ricos se construyen apartamentos que no están destinados a la vivienda sino a la reventa especulativa. En Rusia, ya hay cientos millones de apartamentos vacíos. Casi todos los restantes renglones de la economía rusa vegetan. El año pasado incluso descendió la cantidad de petróleo y gas extraído.
También descendieron los ingresos de la mayoría de la población rusa. Aquella victoria sobre la pobreza, proclamada por la propaganda oficial, no se materializó en nada y la realidad es que los ingresos medios de la población constituyen el 40-45% de los ingresos que recibía a finales de la década de los años ochenta. La inmensa mayoría de la población vive 30 veces peor que en los tiempos soviéticos.
En los últimos meses, los precios han empezado a crecer más rápido todavía. Incluso, según cifras oficiales tras los tres primeros meses del presente año los precios crecieron un 5%. De seguir este ritmo de crecimiento, se podría llegar a un 20% anual de aumento de los precios. En nuestro país, se han realizado ya los primeros mítines de protesta contra la carestía de la vida.
Por lo que hace referencia a la lucha de Putin contra el gran capital, hay que señalar que esta afirmación es absolutamente ridícula si se analiza su situación económica particular. En los últimos tiempos, los medios de comunicación de masas han empezado a señalar que la fortuna de Putin se eleva a 40-70 millardos de dólares, subrayamos que no son millones si no millardos (miles de millones). Putin es uno de los hombres más ricos del mundo, diez veces más rico que el famoso Jodorkovski. Si el régimen de Putin se caracteriza por, según se afirma, la lucha contra el gran capital, Putin tendrá que empezar a luchar consigo mismo.
Podríamos seguir tocando muchos otros temas como el de la corrupción que en la época de Putin ha sobrepasado todos los límites inimaginables o sobre las arbitrariedades policiales o sobre el crecimiento artificial del número de funcionario. Sin embargo, el tamaño de un artículo periodístico es reducido. Es posible que en el futuro volvamos sobre estas cuestiones. Finalmente queríamos hacer referencia a un último tema, el referido al tándem formado por Putin y el electo presidente Medvédev.
Putin se pasó mucho tiempo meditando sobre el problema de la transmisión de poder. Postulándole al puesto de Primer Ministro, el ha optado por una decisión que le es poco favorable. Hubo muchos, y entre ellos el autor de estas líneas, no creen que pueda salir airoso de este embate.
En Rusia, la figura del primer ministro es la que carga con la responsabilidad de la situación socioeconómica del país. En las actuales circunstancias, de la recién iniciada crisis económica mundial, cualquiera que se ocupe este puesto, pronto, se encontrará jugando el papel de chivo expiatorio o cabeza de turco. Además, incluso sin considerar la crisis mundial, también jugaría este rol, ya que, Putin no domina la situación económica real del país. Putin cree sinceramente que los precios crecen un 10% anual y el no ha demostrado nunca ser un administrador brillante. Cuando, el año pasado, intentó poner a prueba sus propias ideas, el resultado fue catastrófico. Recordemos, a este respecto, la Reforma Administrativa que durante un año paralizó el trabajo de los ministerios y departamentos o recordemos la tan mentada monetarización que es de facto una supresión de los beneficios sociales que provocó un estallido de descontento.
Así, el presidente Medvédev, en caso de necesidad, encontrará cualquier pretexto para la destitución del nuevo primer ministro. En realidad no es necesario ningún pretexto ya que según las leyes vigentes la destitución de un primer ministro se puede ejecutar de un plumazo.
Por otra parte, Putin podría no detenerse en el puesto de primer ministro y plantearse volver a ocupar la jefatura del estado. Este escenario sería más ventajoso para él, pero, en este momento es difícil predecir cono van a desarrollarse los acontecimientos. En cualquier caso, las desavenencias entre los futuros presidente y primer ministro parecen completamente inevitables. No en vano, para tener las espaldas cubiertas, Putin ha realizado una jugada magistral, desconocida, hasta ahora, en el mundo: convertirse en el presidente Rusia Unida, el partido del poder, sin tan siquiera militar en sus filas. Es difícil, de todas maneras, que esta formación, que ha sido privada de cualquier ideología, pueda erigirse como sostén de Putin.
Por otra parte, Medvédev ya ha designado, como cerebro de su aparato de inteligencia, al conocido economista opositor, Serguey Glazev. Esto significa, que Medvédev duda, como mínimo, de la capacidad política de Putin. En realidad, no hay, en esta duda, nada asombroso. Ocho años de régimen de Putin no han traído a Rusia la anunciada y anhelada prosperidad. En Rusia, en este momento, hay solo estabilidad, la misma estabilidad que hay en los cementerios y a esta también le llegará su punto final

Seguey Bosisóvich Skvórtsov


Nota del traductor: Este artículo fue escrito por Serguey Borisóvich Skvórtsov, Secretario General del Comité Central del PCUS-Partido Comunista de la Unión Soviética. Fue escrito en una fecha anterior al 7 de mayo de 2008 día de la sesión de investidura del nuevo presidente ruso Dmitri Medvédev.
Nota del traductor: El discurso se realizó en el marco de la Conferencia Internacional sobre Seguridad desarrollada en Munich.
Se puede encontrar información sobre este discurso y posterior conferencia de prensa en HYPERLINK http://www.aporrea.org/internacionales/a30941.html [Web consultada el 1 de junio de 2008]

dissabte, de juny 07, 2008

Reportatge de l'Acte de Presentació de l'Associació d'Amistat amb la República de Bielorússia

El 10 de mayo, un día después de que, en los países de la antigua URSS, se conmemorara la victoria en la Gran Guerra Patriótica (1941-1945), la recién fundada Asociación de Amistad con la República de Bielorrusia celebró su primer acto público, con la participación de Sergey Borisóvich Skvórtsov, Secretario General del Partido Comunista de la Unión Soviética.
En presencia de unas cuarenta personas, reunidas en la sala de actos del local La Torna, en el barrio barcelonés de Gràcia, el Presidente y el Secretario de la Asociación de Amistad con la República de Bielorrusia, Juan Cano y, respectivamente, Jordi Solà, inauguraron el acto con una breve, aunque no menos concisa, presentación acerca de la historia más inmediata de la República de Bielorrusia, sin escatimar, al mismo tiempo, los principales estímulos de su iniciativa solidaria, dedicada a la divulgación de la realidad bielorrusa.
A partir del año 1994, Bielorrusia se apartó del declive político, social y económico que sufrirían los demás países integrantes de la antigua URSS. En este sentido, la República de Bielorrusia se caracteriza por un sistema económico centrado en la satisfacción de las necesidades humanas, materiales y espirituales, así como en el aumento del bienestar social. Situada, en el Informe sobre Desarrollo Humano de las Naciones Unidas, entre los países de alto desarrollo humano, Bielorrusia no ha renegado de su historia más reciente: mantiene los símbolos soviéticos, a la vez que celebra el 9 de mayo, Día de la Victoria en la Gran Guerra Patriótica, y el 3 de julio, Día de la Independencia, esto es, el aniversario de la liberación de Minsk por el Ejército Rojo en 1944. En su política internacional, la República de Bielorrusia destaca por la defensa inquebrantable de su soberanía nacional, por las relaciones con otros países desde el respeto mutuo, entre ellos Cuba y Venezuela, por la defensa de la unidad de los pueblos de la antigua URSS, para los cuales constituye un ejemplo de dignidad política y de estabilidad económica y social.
Finalizados los prolegómenos del acto, los organizadores dieron la palabra al compañero Sergey Borisóvich Skvórtsov, quien compaginó sus observaciones acerca de las idiosincrasias políticas, sociales y económicas de la República de Bielorrusia con una atinada exposición de los problemas más acuciantes qué está viviendo, actualmente, su país natal, Rusia.
A este respecto, Sergey Skvórtsov hizo hincapié en la envidiable política social del estado bielorruso, donde la constante planificación económica permite una dinámica saludable del mercado laboral; donde el acceso a la sanidad, educación y formación universitaria está garantizado para todos los ciudadanos de forma gratuita; donde las pensiones han alcanzado el valor más alto dentro de la Comunidad de Estados Independientes, formada por once de las antiguas quince repúblicas soviéticas; donde, no en último lugar, la elevada inversión económica en el medio rural posibilita que las aldeas bielorrusas constituyan un ejemplo de bienestar y calidad de vida.
En cuanto a la situación rusa, el compañero Skvórtsov se refirió, en primer lugar, a la política exterior de Rusia y, particularmente, a las relaciones con las antiguas repúblicas soviéticas. Concretamente, los vínculos con Bielorrusia fueron los que más se vieron afectados: después de la firma de un acuerdo para la creación de un estado unificado, conformado por Rusia y Belarús, Putin, temiendo, probablemente, que Aleksandr Lukashenko se convirtiese, por elección popular, en el presidente del nuevo estado, llevó dicho proceso a un callejón sin salida. Ni falta hace recordar las no pocas acciones hostiles de Rusia, que, en más de una ocasión y a pesar de acuerdos mutuos, elevó el precio del suministro de gas a Bielorrusia.
Asimismo, la política de Rusia en Occidente consistió en una larga serie de concesiones, desde la supresión de las bases rusas en Cuba y en Vietnam y una posible cesión de las Islas Kuriles a Japón, hasta el establecimiento de bases americanas en las antiguas repúblicas soviéticas de Asia Central, el apoyo al ingreso en la OTAN de las Repúblicas Bálticas, o bien la propuesta de envío de tropas a Afganistán, después de que se aceptara, sin oposición alguna, la retirada de los soldados rusos de Kosovo.
En la misma línea, tampoco sorprende que la política militar rusa, directamente condicionada por la exterior, se resumiera, a lo largo de los ocho años de mandato de Putin, a la ridícula entrega, al ejército, de 90 tanques, 27 misiles estratégicos, 3 aviones y 1 complejo de defensa antiaérea.
En segundo lugar, la política interior de Rusia conoció, desde la caída del campo socialista, una inestable progresión entre la subida de los precios y la caída de los sueldos, entre la desaceleración económica y la creciente inflación. De ahí el desacuerdo entre el optimismo de las previsiones oficiales y el precario nivel de vida de la clase trabajadora, de ahí la supresión de los beneficios sociales, de ahí el desespero de la población y, sobre todo, el desánimo de la juventud, cada vez menos confiada en un futuro prometedor.
¿Qué decir de la llamada democracia rusa? Además de la falsificación de los resultados electorales, la represión y la arbitrariedad policiales, la prohibición de mítines y manifestaciones o los numerosos asesinatos políticos, en Rusia, se dificultó, en gran medida, el registro oficial de partidos políticos, así como se procedió a la eliminación de canales de televisión y emisoras de radio independientes, salvo que emitiesen por satélite o Internet.
Quizá, sean tan sólo los cementerios, concluyó tristemente el compañero Sergey, el único lugar donde, todavía, se pueda sentir la estabilidad rusa del discurso oficial...